MCA 2010

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Forster y la lengua

Universidad de Kassel, Casa Internacional, 18 - 19 de junio de 2010

Frente a las teorías sobre el origen del lenguaje de finales del siglo XVIII o las reflexiones sobre la "diversidad de la estructura lingüística humana y su influencia en el desarrollo intelectual del género humano", la investigación lingüística de Georg Forster puede quedar rezagada respecto a la de Johann Gottfried Herder o Wilhelm von Humboldt. No obstante, Forster y su padre fueron de los primeros naturalistas que se dedicaron a la investigación lingüística comparativa en los mares del Sur. En sus últimos años, Georg Forster se preocupó por la relación entre el lenguaje y la experiencia. Le interesa menos hasta qué punto el lenguaje como "arte" hace posible el pensamiento en primer lugar. Con cierta proximidad a Friedrich Heinrich Jacobi y al Idealismo alemán, Forster se pregunta más bien si el lenguaje también (pre)estructura nuestras experiencias contingentes y ocupa así el punto de vista estético, así como la libertad del hombre frente a las cosas. Esta autonomía sería, por supuesto, engañosa si el individuo tuviera, no obstante, que formar el lenguaje y someterse así a su conjunto de reglas. ¿O es que sus experiencias "sin habla" le ayudan a desconfiar del discurso racional y de sus verdades abstractas?

Desde esta perspectiva crítica del entendimiento, que Forster denominó también "filosofía de la vida", señaló en otoño de 1789 que los "míseros cuatro y veinte signos" del alfabeto no bastaban para comprender "el mundo y sus seres". Poco después, utilizó la obra india Sakontola como prueba de una visión "peculiar" o "ingenua" de la naturaleza. En el contexto de la traducción de la "obra de cuentos de hadas", Forster se ocupa del sánscrito y se adelanta así a la todavía joven Indología en torno a Franz Bopp. Forster debe esta perspicacia a las numerosas lenguas y dialectos que adquirió desde su juventud: la lengua también puede adquirirse como un "instrumento", cuyo dominio abre al hablante una posición histórico-mundial. Este conocimiento, que se reflejó cada vez más en la política lingüística después de 1789, se refleja en las reflexiones hasta ahora poco exploradas de Forster sobre la didáctica y la adquisición de la lengua, pero también sobre la teoría de la traducción. En este contexto, el lenguaje -por ejemplo en forma de lenguaje técnico- también es reflejado finalmente por Forster como un instrumento de dominación (colonial) que compromete al individuo con una especialización políticamente pobre y al mismo tiempo con un modelo eurocéntrico de civilización.

El lenguaje, como dice en el famoso ensayo Über Leckereyen, puede considerarse además un "lujo". Pues, por un lado, una cultura exquisita y una naturaleza rica favorecían la reflexión "sobre un placer pasado" y refinaban así las posibilidades de expresión. Sin embargo, la "unión de estas dos facultades naturales, el gusto y el habla", no contribuye necesariamente al progreso humano. Para las personas que buscan el placer, el habla y el pensamiento se convierten en fines en sí mismos o, según Forster, disfrutan "cada vez más fina y rápidamente" de las truculentas "contraimágenes" de lo "útil, bueno y bello".

Este abanico de temas y aspectos lingüístico-teóricos y prácticos puede sin duda ampliarse lingüísticamente, como sugiere el enfoque deliberadamente "abierto" de la conferencia de 2010, sobre todo en lo que respecta a la posición de Forster en el discurso lingüístico europeo de su época o a sus influencias en lingüistas de renombre próximos a él.