Reflexiones de un estudiante de máster
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Lo importante no es el tema, sino lo que se saca de él.
Ojalá hubiera estudiado algo en serio. Ciencias empresariales o, al menos, magisterio". En algún momento de los seis semestres, este pensamiento cruzará probablemente por la mente de la mayoría de los estudiantes de Filología Alemana. Y de todos modos. ¿Qué se hace con los estudios de alemán? ¿Conducir un taxi? Ese es otro dicho que surgirá en seis semestres. Pero sí: ¿qué demonios se hace realmente con los estudios de alemán? ¿Qué he estudiado realmente? Por regla general, no germanística. Y tampoco Estudios Medievales, Lingüística o Estudios Literarios. Porque tarde o temprano, en los estudios, pasa: encuentras una asignatura que te interesa más que otras cosas y, por alguna razón, quizá exactamente por esa razón, se te da mejor que a la chica del pelo azul que ya sabía tanto en el primer semestre. O que Mark, con quien vives, que empezó a estudiar alemán antes que tú. Y en algún momento tienes la impresión de que tú también sabes más de tu asignatura que el profesor que sólo te dio 13 puntos en el trabajo trimestral. De alguna manera piensas que no se ocupó realmente de tu trabajo. Pero el mundo es grande y hay gente ahí fuera, empresas, ONG, autoridades o quién sabe quién, a la que le interesan tus ideas. Pide unas prácticas. Has aprendido a pensar científicamente, a entender y aplicar cuestiones complejas y, si no sabes hacer algo, has aprendido a enseñarte a ti mismo. Son cosas que no se dan de forma natural. Habrás completado una carrera que antes no estabas seguro al 100% de poder hacer. Queda algo de esa sensación, y no pasa nada, porque empieza una nueva aventura.
Y entonces sólo tienes que encender Google y ver qué trabajos hay en la dirección de tus intereses. Claro, si quieres ser periodista, quizá podrías haber estudiado periodismo. Si crees que las redes sociales molan, podrías haber estudiado diseño de comunicación. Y si querías ser consultor de gestión, podrías haber estudiado administración de empresas. Pero no lo hiciste. No tienes por qué hacerlo. No se trata de lo que estudiaste, sino de cómo puedes enriquecer a un equipo en el futuro. Los lingüistas colaboran con los informáticos para optimizar las interfaces ordenador-humano, como las interfaces de usuario, los programas de traducción o los ordenadores lingüísticos. Los literatos se convierten en redactores de televisión, periódicos o escriben su primera novela. Los medievalistas investigan historias de empresas, conservan museos, etc. Puede que tu idea sea tan buena que te dediques a la investigación, crees una empresa o lances un canal de YouTube. Puede que aún tengas que aprender a conseguir financiación externa, preparar un balance o editar un vídeo, pero si sigues con ello, te las arreglarás de alguna manera. Habrás entendido qué es el postestructuralismo.